La Santa Cena cerraba un Domingo de Ramos atípico, en el que tuvo que cambiar su recorrido para evitar la lluvia y no faltar a su Estación de Penitencia.
La Hermandad de la Santa Cena era la última en procesionar el Domingo de Ramos, por lo que el primer chaparrón los pillo aún en su Iglesia de San Pedro. La Junta de Gobierno también tuvo que reunirse para decidir su salían o no y, con un retraso de más de una hora, finalmente las puertas de la Calle Ricardos se abrieron para los pasos de la Santa Cena y María Santísima de Fe y Caridad. Optaron por cumplir su Estación de Penitencia por el quinto centenario de la Catedral, aunque acortaron su recorrido por la amenaza de tormenta.
Esta hermandad tiñó de blanco las calles del centro de Almería en su recorrido por el Paseo hasta la Plaza de la Catedral, arropada por sus penitentes con túnica blanca y cinturón de abacá. El paso de misterio, que representa la institución de la Eucaristía, estuvo acompañado por la Banda de Cornetas y Tambores Nuestra Señora del Carmen. Un trono con un exorno floral muy cuidado y en el que había alimentos reales en la mesa de Jesús y los apostoles.
La titular mariana de esta hermandad, Nuestra Señora de Fe y Caridad, iba arropada por la Banda de Música de Berja y, a su ya tradicional emblema ‘Dona sangre’, este año se le añadía también el de ‘Dona médula’, como guiño a la familia del pequeño Alejandro y a los enfermos de leucemia. Una salida procesional especial, en la que se recordó también al costalero de la Cena y hermano mayor de Soledad, José Carlos Ibáñez, fallecido en diciembre.